sábado, 26 de octubre de 2024

Conservación de la energía

El traqueteo del tren que va a tu casa
suena a latidos apagados
cuando cruza la zona
de los paneles acústicos.
El ritmo se forma en la intersección
de los autos parados en el semáforo
y una visión periférica
que capta el movimiento azul
allá arriba.
Un sonido frágil me hace acordar a vos
ahora que nuestra relación –profesional–
se agota como esa bradicardia breve
y solo quedan impulsos neuroquímicos.
Sos la dopamina adulterada
del recuerdo del recuerdo
corriendo por circuitos impresos
que llevan a tus manos
desde la primera vez
que se encontraron con las mías.
Solo en un desvío
de esas conexiones
me vas a contar cómo era
viajar todos los días en tus años de facultad
o vamos decir algo
de las tumbas que se ven por la ventanilla.
Solo en mi cabeza
voy a tocar tu mano de nuevo,
y nunca
tu concha o tu esternón.
Solo acá se va a conservar
algo de esa /nuestra/ energía.

sábado, 28 de septiembre de 2024

Antípodas

Hay una distancia de antípodas
entre la alegría que recuerdo
cuando recibía un mensaje tuyo
y el fastidio o lo que sea
que te produce recibir un mensaje mío.
Desde acá veo el silencio,
no veo 
por suerte
el momento en que lo decidís.
No quiero imaginar
que lo comentás con alguien
ni qué pensás cuando borrás sin responder.
Siento el alfiler que les clavan
a los insectos disecados
y me deja inmóvil, como desde los 14
y después, la época del miedo
a agarrar el teléfono y llamar sin saber qué decir,
sin tener qué decir, a quien no me quiere decir nada,
ni siquiera que no quiere decirme nada.
Desde entonces se repite,
como si a esa edad o antes
me hubieran bajado la perilla
del muñeco de Krusty
en el punto inaccesible de la espalda
para ajustarla en una polaridad
que sólo provoca rechazo.
Doble clic y ya
no molesto más,
la distancia silenciosa, casi furtiva,
el ghosteo repitiéndose en loop
desde antes de tener ese nombre,
ustedes alejándose sin avisar,
un sonido de platos
que escucho a la hora de cenar
desde una vereda.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Lo que les escritores piensan de les giles (?) que les pagamos para que nos digan cosas sobre lo que escribimos.

 

 

Me parece bastante razonable que la persona que paga se cuestione si está recibiendo lo que fue a buscar. Y la forma más objetiva de medir eso es la repercusión: si a nadie del afuera de esa relación comercial le mueve la aguja lo que se produce en ella, algo está fallando. No me sirve de mucho que mis poemas estén "mejor peinados", como me dijo una profesional una vez, porque yo me peino cuando voy a salir: para quedarme en casa no me peino.

Si te parece que alguien no escribe bien, se lo decís. Es parte de este *trabajo*. Por otra parte, cuando uno muestra lo que escribe debería saber que puede no gustarle a la otra persona (y también debería saber que eso no significa demasiado: que a vos puede no gustarte, pero a otrx profesional sí). Y cuando alguien que *trabaja* de esto lee algo que no le gusta o que le parece una cagada debería poder (saber) decirlo, y de un modo no agresivo y no humillante.

El mundo también va a seguir existiendo sin tu poesía de cotillón pretendidamente social en la cual las chicas trabajadoras del conurbano patean por calles empedradas (decime que nunca fuiste al conurbano sin decirme que...) y sin la camarilla dentro de la cual ustedes se autovalidan.

Por cierto, si no nos interesamos nosotros por nuestra literatura, ¿quién va a hacerlo? Está claro que ustedes no. Está más que claro que, como las putas, una vez que pasa el tiempo pago, no sólo no les interesamos más, sino que muy probablemente nos desprecien.

viernes, 23 de agosto de 2024

Todos los nenes chinos son chiquitos

La china del chino de al lado juega
a correr carreras hasta la esquina
con su nene chiquito.
En una de esas doblan y se van
minimizando en el punto de fuga.
Si les dura la cuerda del entusiasmo,
en la siguiente ochava podrán asomarse
a las antípodas de su mundo actual,
pequeño y cuadrado como una manzana.
Quizá esta vez u otra se animen
a circunvalarlo.
Finalmente reaparecerá la boca
de luz blanquísima que ilumina lo conocido
y anticipará de lejos el final de la aventura.
Cuando en un rato brille por su ausencia
en la vereda y se asienten las emociones
del otro lado de la persiana, 
el pibito made in China habrá sumado
nuevas palabras mandarinas
–las que significan bicisenda, parrilla, gente
que corre en la plaza, señora que alimenta
a los gatos de la cuadra
y una experiencia sensorial más rica
que la de haber cruzado medio mundo, 
doce o quince horas, desde las antípodas posta,
que la del viaje similar que hará
cuando crezca y lo manden
de nuevo para allá.

lunes, 22 de julio de 2024

Armstrong


Tu chau seco
quebró el aire y la idea
de pedirte una última mirada,
una última mano
en el esternón.
Te paraste en los pedales y encaraste
la cuesta de Centenera sin mirar atrás,
con la ufanía del Armstrong más glorioso
y más dopado
subiendo el Alpe d’Huez.
Tomabas velocidad
en los escalones que forman
las calles transversales
y pronto volvías
al esfuerzo que demanda alejarse
hasta desaparecer en una esquina,
en las copas de los árboles,
en el punto de fuga, en la distancia
que ya habías puesto por escrito.
Vas a quedar en mi memoria como él
en los anales del Tour,
un nombre tachado, un casillero en blanco,
algo que fue y no fue.

viernes, 21 de junio de 2024

Mi hermanx

Mi hermanx la vio toda
cuando se licuó para irse
por la concha de mi madre
en un remís que no llegaba nunca
de San Isidro a Quilmes.
Yo le copié sin saber
eso de autoegresar
de la facultad, del colegio,
de la clase de Educación Física de primer año,
cuando decidí no ver
cuerpos ajenos
ni mostrar el mío
bajo coerción.
Pero era tarde, era antes
que había que irse.
Después nunca pude:
de la trampa que es esta familia
sólo se sale con la muerte.

jueves, 21 de marzo de 2024

jueves, 14 de marzo de 2024

Un par de grafitis

De un fuego abandonado
unas ramas hacen brasas
en un montón de tierra
y lanzan el olor del conurbano
junto a una vereda de baldosas vainilla.
Ahí cerca de una de tus casas
hay una pintada de mi equipo,
a dos trenes y un subte de la cancha,
y juro que no la hice
yo. No puedo decir lo mismo
del grafiti con el nombre de mi blog
en el túnel de la estación. En la línea
de cuando decíamos que caminaba mucho
para que alguien me viera,
lo escribí en varios túneles,
de Floresta a Ituzaingó,
en varios viajes, cuando viajar
era gratis (aunque a veces
costaba la vida).
Era gratis presentir
que podía integrar
la vida de alguien,
que tomarme el tren a deshoras
me acercaba a vos.
Después, la realidad se impuso, después
de que me dijeras

"¿quién pensaste que podías llegar a ser?".

jueves, 26 de octubre de 2023

Tu esternón

Igual que Mazinger
cuando se planta y saca pecho,
de tu esternón salen luz y calor,
pero no son rayos
fulminantes que arrasan con todo.
Algunas veces los percibí
como una energía que me hace bien,
aunque sólo la conozco
por verla de a ratitos,
y no da mirar mucho.
Puede parecer
que te estoy espiando el escote
y queda feo.

lunes, 11 de septiembre de 2023