sábado, 28 de septiembre de 2024

Antípodas

Hay una distancia de antípodas
entre la alegría que recuerdo
cuando recibía un mensaje tuyo
y el fastidio o lo que sea
que te produce recibir un mensaje mío.
Desde acá veo el silencio,
no veo 
por suerte
el momento en que lo decidís.
No quiero imaginar
que lo comentás con alguien
ni qué pensás cuando borrás sin responder.
Siento el alfiler que les clavan
a los insectos disecados
y me deja inmóvil, como desde los 14
y después, la época del miedo
a agarrar el teléfono y llamar sin saber qué decir,
sin tener qué decir, a quien no me quiere decir nada,
ni siquiera que no quiere decirme nada.
Desde entonces se repite,
como si a esa edad o antes
me hubieran bajado la perilla
del muñeco de Krusty
en el punto inaccesible de la espalda
para ajustarla en una polaridad
que sólo provoca rechazo.
Doble clic y ya
no molesto más,
la distancia silenciosa, casi furtiva,
el ghosteo repitiéndose en loop
desde antes de tener ese nombre,
ustedes alejándose sin avisar,
un sonido de platos
que escucho a la hora de cenar
desde una vereda.

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