martes, 14 de septiembre de 2021

No te recuerdo


Con las sillas
sobre las mesas del bar cerrado
y nadie en la avenida a las nueve
de una noche de cuarentena
parecían las tres
de la última madrugada
que nos vimos
y casi reconocí el espectro
de los que fuimos entonces,
cuando le hablaste al pibe que baldeaba,
y él nos veía juntos y yo
nos veía juntos en el reflejo del ventanal.
Un par de noches
volví a la esquina del telo
y caminé el mismo camino
que hicimos esa vez,
cruzando las calles
por el mismo lugar donde cruzamos.
Nunca antes
ni después
nadie me pidió
que ciñera con mi brazo
su cintura escapular,
y en mi memoria tengo una placa
que recuerda el hecho
las pocas veces que ando
por esa cuadra de Centenera.
La mesa que ocupamos
en el bar al que me invitaste a comer
está vacía cada vez que paso
y miro por la ventana.
El televisor del kiosco de la Shell
sigue diciendo que son las 3:27.
Me bajé cada foto nueva
cuando volvías a publicar en Platynum,
escribí 15000 caracteres en un blog
sobre alguna de las nueve
horas que compartimos,
y un poema con mi mejor frase,
de esos que les mostré
a Litvinova y los demás.
Hace poco encontré el jaboncito
que me traje del telo esa noche
y decidí usarlo, pero no pude
tirar el envoltorio.
Te llamé después de un par de años
para decirte una o dos cosas de estas
y me contestaste 
no sé quién sos,
la verdad no te recuerdo
.

3 comentarios:

  1. Yo me guardé una vez un peine de la afamada marca Mascardi. Me causaba gracia la metáfora errónea y socarrona.
    En fin, el tiempo inexorable. Quién no volvería a alguno de esas horas.

    Abrazo, que andes bien

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    1. la única manera que tengo de volver es a través de las palabras y del recuerdo, pero no es recíproco...
      saludos

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  2. Esta noche fue la primera vez que pasé por el bar de Ambrosetti y "nuestra" mesa estaba ocupada.
    Grupo de cinco o seis chicas, una con un tatuaje en el antebrazo y un lenguaje corporal que denotaba niveles superlativos de testosterona.
    Y entonces no daba mirar mucho, lo necesario para que se me apareciera nuestra imagen en los ojos antes de seguir caminando, esquivando perros y viejas que pasean al perro a las once de la noche.

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