sábado, 14 de octubre de 2017

Hay cadáveres (versión vegana)


En las calles, bajando
de camiones, hay cadáveres.
En los negocios, en sus vidrieras, iluminados
con luces rosas,
hay cadáveres.
En los supermercados, en la parte más fría, hay cadáveres.
En los restoranes, en los bares,
en sus menúes hay cadáveres.
En tu casa
hay cadáveres.
En tu plancha, en tu horno,
en tu heladera –en el cajón de abajo–
hay cadáveres.
En los camiones atestados y hediondos que cruzás
en la ruta, aunque todavía respiren, hay cadáveres.
Cuando cae la maza y el sismo vacuno signa la zona,
cuando su energía queda allí,
suspendida, atiborrando el barrio,
hay cadáveres.
En el alimento de tu mascota –a la
que seguramente hiciste
mutilar– hay cadáveres.
Aunque tercerices la muerte para
no cargar tu conciencia con el gemido
postrero, hay cadáveres.
Cuando la hija de mi dentista encuentra
una vaca en su libro
para dibujar animales y yo le digo
"¡uy, un churrasco vivo!"
es para que vaya sabiendo que
hay cadáveres.
En el aroma seductor de las parrillas,
en el asado del domingo, con todos tus amigos, en toda
tu familia hay cadáveres.
En tu aliento, en tu postura, en la acidez
de tu pH
hay cadáveres.
Entre dos panes hay cadáveres.
Entre tus dientes hay cadáveres.
Manjares, minutas, bodegón
para tacheros fafaferos, recetas de autor, acompañados
por hojas verdes, en canal Gourmet hay cadáveres.
En tu boca hecha agua, en tu atareado estómago, en un recodo
de tu íleon,
en tu yeyuno hay cadáveres.
En el vientre de la vaca a la que le sacás
el vacaray… cadáveres.
En tu producción de adrenalina,
en la resistencia
a los antibióticos,
en el sabor de tu entrepierna jugosa
hay cadáveres.
Entre las ínfimas letras que disimulan
los ingredientes de las Cerealitas
hay cadáveres.
En la uña del rabino hay cadáveres
kosher.
En las dificultades que tengo
cuando podría ser una opción invitarte a comer,
entre otras cosas,
hay cadáveres.
Decapitados por el de Café San Juan, que vierte
su sangre caliente, aún palpitante, en un tacho
para hacer morcilla y que, sin embargo, sucumbe
ante el tabú de la muerte y no los muestra
en cámara, hay cadáveres.
En ese templo de los niños donde
la felicidad viene
en cajita hay cadáveres.
En la pizza de anchoas que me voy a comer en un rato hay cadáveres.
En tu plato, en tus ojos,
en tu deseo…
en tu vida, indispensables, hay cadáveres.

11 comentarios:

  1. Muy bueno ¿hay una versión no vegana de este poema?.
    Buena elección de imagen también. ¡Cuando crezca quiero recibirme en la Facultad Bovina!
    Voy a recorrer un poco tu sitio. Ya está agregado a mis "blogs amigos" así que te sigo.

    Bienvenida y gracias por los aportes!

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  2. Hola!

    La versión no vegana a la que alude es el poema de Perlongher, digo yo contestando en serio.

    No adjunté fotos propias de las pintadas porque no tengo celular, y entonces las cosas solo quedan grabadas en la memoria natural.

    Gracias por pasar...

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  3. Es muy bueno esto... Otra vez. Es muy bueno... Gracias.

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  4. Faaaaa por el comentario.
    Gracias a vos.

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  5. En verdad, algunas cosas de las que leo acá me gustan tanto que me siento inhibido hasta para el comentario. "Evolución" me parece algo precioso y lo comento acá porque suelo estar fuera de lugar (del tiempo ya ni hablo). Yo, que de tan desesperado no puedo dar espacio para que suceda la más mínima e insuficiente de las correcciones, me doy vergüenza al leer cosas así. Cosas muy mejores. ¿Cambió la imagen de "Sala de Espera", o de nuevo estoy imaginando cosas?

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  6. Qué curioso lo que decís sobre las correcciones: los textos de El Pespunte me dan siempre la impresión de tener un buen grado de laburo, de relectura.
    Y quien reconoce la urgencia, o la necesidad, que lleva a soltar algo que no termina de cerrar, pero cuya resolución no aparece de modo satisfactorio aunque le demos mil vueltas, sono io. ("Sala de Espera" es un ejemplo). ¡Qué envidia la gente que escribe cuatro poemas por día, o la gente que escribe al toque! El suceso allí referido sucedió en mayo del año pasado.

    Y como las ideas no afloran ni con la cantidad ni con la calidad que deseo y envidio, a este blog le quedan dos o tres entradas.

    Valoro mucho tus comentarios, sobre todo lo que decís de "Evolución". (Me muerdo los dedos para no hablar de aquellos a quienes uno les muestra algo y responden con silencio o directamente borrando el comment). Suelto los dedos, entonces, para expresar cuánto me reconforta leer eso, la prueba de que algo llegó.

    La imagen de "Sala de Espera" cambió en honor a ese encuentro inesperado de la otra noche, en honor a recibir un mail sobre el cual Gmail me dice que es "para mí".

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  7. Cada cosa en El Pespunte es fruto de una sentada de media hora o cuarenta minutos, casi frenética. Como cuando uno, finalmente, se saca el cagazo de encima por un instante y logra tirarse del trampolín. Luego, a lo sumo y algunas veces, sucede una que otra corrección aislada en algún párrafo, de alguna inconsistencia observada en una lectura parcial y accidental de la entrada. Pero nada más que eso. Tampoco los temas suelen tratar de sucesos recientes. Me pasa muy seguido (es casi la norma) tener un episodio en la cabeza por más de un año. Algunos, con suerte, afloran como escritos. La mayoría, se desvanece en un olvido sordo. A mí también me gustaría escribir todos los días, sobre todo porque, de poder hacerlo, sería otra persona. Tal vez un poco menos desesperada. A veces siempre me siento muy cansado.

    Este "sistema" que te acabo de confesar lo he llevado al extremo del libro que se imprimió con sumo descaro. Objeto que me gustaría hacerte llegar antes de irme de aquí definitivamente. Por cierto. Lo siento.

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  8. Aunque tus textos salgan de un tirón, el trabajo, de todos modos, está: será interno y previo, tal vez poco registrado desde lo consciente, pero claramente está.

    "Definitivamente" suena tan taxativo.

    Ahí traté de ponerme en contacto por línea privada.

    Dicen que los esquimales tiene muchas palabras para nombrar el hielo, según su consistencia, su utilidad, su antigüedad. De modo análogo, creo que hay muchos estados que se corresponden con la palabra "cansancio", aunque cada uno tendrá su fórmula neuroquímica particular. Por ejemplo: el de no consumar el descanso durmiendo porque me falta apenas una hora -una hora que es fatal- no es el mismo que me hunde cuando algunos intentos de módica comunicación se chocan sucesivamente contra la realidad.

    Saludos y gracias de nuevo.

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    Respuestas
    1. Graciavó...

      Con mi marcada irregularidad, siempre regreso a leer algo porque -cada vez- encuentro cosas que resuenan en alguna parte inaccesible de mí mismo. Aunque correctamente articuladas (aquí).

      "Definitivamente" suena taxativo, definitivamente. Es un error conceptual que no logro desterrar. De momento, hace rato.

      Saludos.

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  9. Como ese poema infinito de Mariano Blatt23 de diciembre de 2018, 2:07

    En cada aparición de Alberto Samid
    en la tele hay cadáveres y una jefa de prensa
    que negrea y aprieta a sus empleados,
    y cuando se borra sin pagarles dejando un muerto
    que nadie levanta –aunque su apellido signifique “enterrador”
    porque es una Gr*b*c*patel–,
    en cierta forma, figuradamente, también hay cadáveres.

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