viernes, 17 de agosto de 2018

Igual, la vida sigue


Las manifestaciones excepcionales
de la gravedad trastocan orden
y función de las cosas.
El guardrail pasa
a ser una guillotina fija,
el cuerpo es el que cae sobre el filo.
Una pierna se descompone
en músculos, tendones, piel,
la arteria que mancha
el jean que la viste.
Los líquidos de la moto se derraman
sobre el asfalto
con más fluidez que la sangre:
esta es un mazacote viscoso y acotado,
un rojo espeso cuya memoria
será menor que la del aceite.

Ahora ves
el mundo al ras del suelo,
donde el viento y las sombras corren distinto,
el mundo al borde de la colectora,
donde la ambulancia
tarda una hora en llegar,
el mundo cerca
del shock hipovolémico.
Alguien saca una foto, un signo
de estos tiempos, un recuerdo de lo que será
un nuevo nacimiento.
La imagen no refleja los gritos,
“¡no te duermas, no te duermas, por favor no te duermas!”,
los ojos de una liebre encandilada
no reflejan el miedo.

La elipsis con que se protege la cabeza consta
de tres pasos: ambulancia, hospital,
alguna forma de curación.
La elipsis del relato tiene un mes
para elegir sus highlights.
Lo peor que te puede pasar es lo mejor que te puede pasar
o lo mejor que te puede pasar es lo peor que te puede pasar,
el orden de los factores no altera el diagnóstico.
Ya sos mayor, tenés que firmar vos.
Hay que amputar.

2 comentarios:

  1. Tremendo O.!
    El morbo de la foto se desliza por los versos, habrá que conformarse con que al menos se pudo firmar

    Abrazo

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  2. Gracias por pasar, estimado. Y por las palabras.

    Como la vida sigue, pronto entrará de nuevo al quirófano: para una cesárea.

    Saludos!!

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