Hay una distancia de antípodas
entre la alegría que recuerdo
cuando recibía un mensaje tuyo
y el fastidio o lo que sea
que te produce recibir un mensaje mío.
Desde acá veo el silencio,
no veo –por suerte–
el momento en que lo decidís.
No quiero imaginar
que lo comentás con alguien
ni qué pensás cuando borrás sin responder.
Siento el alfiler que les clavan
a los insectos disecados
y me deja inmóvil, como desde los 14
y después, la época del miedo
a agarrar el teléfono y llamar sin saber qué decir,
sin tener qué decir, a quien no me quiere decir nada,
ni siquiera que no quiere decirme nada.
Desde entonces se repite,
como si a esa edad o antes
me hubieran bajado la perilla
del muñeco de Krusty
en el punto inaccesible de la espalda
para ajustarla en una polaridad
que sólo provoca rechazo.
Doble clic y ya
no molesto más,
la distancia silenciosa, casi furtiva,
el ghosteo repitiéndose en loop
desde antes de tener ese nombre,
ustedes alejándose sin avisar,
un sonido de platos
que escucho a la hora de cenar
desde una vereda.
Nunca sé cómo ni dónde cortar con enter.
Entonces los corto como
Massey corta el perejil.
sábado, 28 de septiembre de 2024
Antípodas
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antípodas podría perfectamente ser el nombre de una tragedia escrita por algún genio de cultura griega antigua... me encanta esa palabra y todavía mas me gusta como titulo para un poema!!
ResponderEliminarel anterior comentario lo escribi yo... no me di cuenta que tenia el perfil como anónimo
ResponderEliminarGracias por la lectura!
ResponderEliminarY sí, muy linda palabra antípodas.