martes, 1 de septiembre de 2020

La velocidad del sonido


Te dieron la vida, dicen,
y con el sustantivo omiten la muerte
y la agonía.
Te dieron la vida, insisten, y el verbo calla
la imposición.
Me dieron un nombre que es un ruido,
una energía inválida, un cuerpo y una familia
en los que nunca pude confiar;
una de tres
tumbas en Jardín de Paz y a ellos mismos,
como dos lápidas
a las que ningún esfuerzo ni ninguna idea
pudo mover.
Soy Bart sin su alma,
soy Alf sin los Tunner,
soy Maxwell Smart
chocándose el muro
invisible e infranqueable
que tenía en su living y yo llevo a todas partes.
Soy/fui incapaz de hacer saltar
la púa de piedra y plomo
que me aplasta contra el surco forjado
desde antes
de mi cumpleaños de cinco o seis,
cuando mandaron a su amiga
a sacarme la armónica que alguien
me había regalado un rato antes.
"No te internaron, pero te internaron igual",
dijo la persona que me vio y fue
quien más sabe de mí,
antes de confinarme, ella también,
al pabellón de los silenciados.
Absorbo los fracasos como lo negro
todos los colores
y vivo con la sombra
de lo que nunca
nadie me dijo y de las microexpresiones
que jamás provoqué.
Con el tiempo aprendí a mostrar
un simulacro de normalidad,
que funciona en la distancia del desinterés.
Más cerca,
más tarde o más temprano, todos
se dan cuenta de que nunca pude
romper la velocidad del sonido
de las palabras.

4 comentarios:

  1. ¡Qué grande Alf sin los Tunner!

    Gran capítulo gran, el único del que conozco videos inéditos donde se ve la marioneta, marionetista, donde se ve el truco.
    Recomiendo que si querés seguir sintiendo la magia de Alf, no lo veas

    abrazos

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  2. Cuando se ve el truco es lo peor, sea con Alf, sea en lo que uno escribe, sea en lo que otro escribe. (Sea en los intentos de relaciones con las personas).
    Saludos!

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