viernes, 28 de septiembre de 2018

Tierras Altas


El tren lleva
semanas sin pasar,
lentamente
la periferia del tajo férreo
se va desacostumbrando a su vibración,
la estela de esa lata roja,
que amplifica la de los cientos
que transporta.
A las ocho pasadas de la noche
se encuentran pocos signos vitales
en este borde chato, negro y ámbar:
el colectivo trucho que estira
su recorrido por la debacle ferroviaria,
la bombita incandescente iluminando
una ventana que también es kiosco
donde nadie compra,
el perro que veo a lo lejos, que,
me doy cuenta al pasar
a su lado,
es un gato enorme,
mi cabeza y mis ojos, que miran largo
y calculan que todavía faltan
seis cuadras para la ruta,
tres medios

de transporte para mi casa,
unas variantes del silencio para mañana.


2 comentarios:

  1. El último cordón del conurbano!
    Uno, que ha viajado en esa lata roja, a veces se preguntaba ¿qué hay más allá de Gran Bourg?
    ¿y más allá de Villa Rosa?

    ResponderEliminar
  2. Después de Del Viso no hay nada. (Ni siquiera la estación Panamericana que estaban construyendo). Mucho menos después de Villa Rosa (ni el fantasma de De Santibáñez y De la Rúa).

    Y después de Grand Bourg había bastante poco. En la enumeración faltaron un par de subsaharianos que también iban a tomar el colectivo en la ruta y poco -casi nada- más.

    Gracias por la lectura!

    ResponderEliminar